viernes, 31 de enero de 2014


ELEGIMOS NO SENTIRNOS IGNORANTES

Fuimos a ver El Lobo de Wall Street y pensamos que está muy bien. La disfrutamos.

Excelentes actuaciones, detalles cuidados y trama que engancha. Creo que la cámara es probablemente lo que hace la película por sobre todo lo demás. A partir de un momento se vuelve un poco repetitiva... en teatro nos enseñan que un chiste pierde sentido después de la tercera vez... lo mismo sucede aquí: a la quinta orgía creo que todos hemos entendido el concepto y la provocación deja de ser interesante, ya no genera tensión alguna. La edición podía haber admitido que las tres horas no eran estrictamente valiosas. Pero hay que admitirlo: Scorsese sabe perfectamente cómo hacer buen cine y sus películas jamás carecen de una crítica al sistema.

Peeeero... porque la condición humana está plagada de esta palabra...


Llegamos a casa y en la tele están dando Videodrome de Cronemberg.

Ajá. Eh... ¿Cómo decirlo? Probablemente necesitaría un mes de clases de semiótica con mi querido Santiago Villacís para desentrañarla. Mi sapiencia me da para captar cieeertas magistralidades: excelente actuación de James Woods, fabuloso trabajo de escenografía y fotografía y -aquí si-, un editor que sabe cómo ser conciso. 87min, exactamente la mitad que la de Scorsese. Y no digo que una película tenga que ser corta. Ni una canción, ni que un cuadro tenga que ser pequeño o grande. Digo que la duración tiene que ser directamente proporcional a la cantidad de tiempo necesaria para decir algo valioso. O eso cabría esperar de un grande del cine.

Entonces me pregunto... ¿será que con el cine de los últimos años nos estamos dejando deslumbrar con excelentes aspectos técnicos y dejamos de buscar aquellas películas que nos hacen sentir ignorantes?

Veo la de Scorsese y tras una charla de 5 minutos creo que no tengo mucho más en lo que ahondar. Quizás me equivoco, pero no siento que haya un subtexto que debo resolver. Creo que me han dicho lo que me querían decir de manera muy clara y con mucho talento. Y eso siempre da placer. Salí del cine sintiéndome bastante inteligente.

Sin embargo, en este momento -tras Videodrome- me siento bastante ignorante.
Ignorante porque la cantidad de subtexto fue avasalladora y probablemente se podría hacer un tratado semiótico que verse únicamente sobre los símbolos gráficos. Ni qué decir de la trama.

En esta película no disfruto el adivinar la resolución previa la resolución. En esta película no sólo soy incapáz de imaginar hacia dónde me están llevando, sino que ni siquiera pretendo hacerlo. Tampoco pretendo abarcar el significado general, simplemente disfruto del extraño placer de sentirme ignorante.

Y eso -de por si-, no sé si sea algo para aplaudir.
Quizás crecí creyendo que lo difícil era lo bueno. Si lo difícil no nos trae tantas satisfacciones, ¿me equivoco?, entonces ¿por qué nos empeñamos en perseguirlo, leerlo, verlo, escucharlo? ¿Qué clase de masoquistas "hechos los..." somos?

Ojalá estuviera más valorado el disfrute que el sacrificio. Pero creo que la verdad es que el sacrificio (religioso, intelectual, familiar, etc...) está apegado de tal forma a la sociedad que los héroes y heroínas (ósea mujeres héroes ;) son/mos los que consumimos productos que nos hacen sentir pequeños, ignorantes o sacrificados.

Perdón, estoy hablando únicamente de mi por supuesto. Y de quien quiera sentirse identificado. Bienvenidas y bienvenidos.


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